El concepto de parque zoológico ha cambiado considerablemente a lo largo de la historia. Al principio, eran lugares donde se exponían “las fieras y rarezas animales” que los europeos iban encontrando aquí y allá. Esto redundaba en la idea de que el hombre dominaba su entorno y al resto de las especies que pueblan la tierra. Pero los tiempos, como decíamos, han cambiado tanto, que ahora los zoológicos muestran los animales que nos quedan, y son (o debieran ser) fuente de estudio científico, de concienciación social y de recuperación de especies.
Todos tenemos en nuestra memoria fotografías de zoos, en los que los animales se apiñaban unos sobre otros, animales enfermos y deprimidos en espacios diminutos, o animales que repetían sus movimientos una y otra vez hasta caer en la locura y morir de pena. Desde este blog pensamos que el mejor lugar para la fauna es su propio hábitat. En Faunia, descubrimos un zoo sin leones, ni tigres, ni elefantes, ni rinocerontes y ni falta que hace. Aquí las estrellas son “el mundo de lo pequeño”. Mariposas revoloteando con sus diseños imposibles al lado nuestro, contemplar por dentro un hormiguero o asistir a una tormenta en plena jungla sin mojarse ni una gota. - Si decimos que Faunia se acerca al prototipo de zoológico del siglo XXI, realmente no estamos diciendo lo correcto. Con frecuencia, en lugares cerrados se concentran verdaderas masas de público, produciendo estrés a los animales que son perseguidos por cientos de flashes, de niños, y de ruidos. A nuestro juicio algunas jaulas siguen siendo demasiado pequeñas. Los linces europeos, por ejemplo, no dejan de hacer el mismo recorrido de manera mecánica. Los decorados intentan reproducir los diferentes hábitats, pero para los animales no son más que pintura y cartón piedra, espacios faltos de olores y de sensaciones naturales. En definitiva no son jaulas con barrotes como las de antes, pero tienen todo el aspecto de habitáculo cerrado, triste y artificial.
Quitar la libertad a un animal y recluirlo de por vida en un zoológico ha de convertirse en el último recurso. Insistimos en que los animales salvajes deben sobrevivir en su propio hábitat natural. Pero el encierro, de cualquier ser vivo con capacidad de sentir dolor, bienestar, o privación, debe respetar y satisfacer sus necesidades básicas, las determinadas por las características de la especie a la que pertenece, y las que dictan sus instintos naturales.
Los zoos tienen que desempeñar, sobre todo, un claro papel a favor de un cambio radical en nuestra conciencia, en las creencias y en los valores dominantes en nuestra sociedad de consumo, que orientan nuestras vidas cotidianas a considerar a los animales como objetos, cuya existencia sólo tiene valor si es al servicio de intereses exclusivamente humanos.
Cada vez más, aumenta el número de detractores de los zoológicos. José Saramago, Premio Nobel de Literatura en 1998, ha manifestado recientemente, que: “Si yo pudiera, cerraría todos los zoológicos del mundo. Si yo pudiera, prohibiría la utilización de animales en los espectáculos de circo.” En relación a Susi, la elefanta moribunda y enferma del zoo de Barcelona que muere de tristeza y depresión, ante la risa o pasividad de miles de visitantes.
Denunciemos el maltrato animal...
1 comentario:
El sábado estuve en Faunia por una comunión. Cuando vi las condiciones en que estaban los animales de la zona de noche me entró una tristeza enorme. Me parece una tortura que unos animales como los linces estén en espacios totalmente artificiales, y sin ni siquiera respirar el aire exterior, ni sentir el sol, ni la noche. No se puede pensar en una tortura mayor, sin olores, ni sonidos, sólo escuchando el griterio de la masa que entra y que no presta atención a los carteles de silencio. Como se puede permitir que esos animales tengan que sufrir de esa manera, ¡y se supone que es para nuestra diversión! que espanto y que tristeza.
Ana
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