domingo, 17 de abril de 2016

El hambriento alcaudón.


Los verdaderamente apasionados por la ornitología, aún de viaje cultural en el centro mismo de cualquier ciudad, o de descanso en la playa, no dejamos en ningún momento de echar un ojo entre los árboles, edificios y jardines cercanos buscando todo aquello que vuele, revolotee o planee. Y en ocasiones, como en este caso, uno descubre cosas sorprendentes que pasan alrededor...


Y así andaba yo hace unos días, disfrutando de  la gaditana Plaza de España y del magnífico Monumento a la Pepa, la primera Constitución española de 1812, pero también de los jardines y aves del lugar. En estos días de abril, los árboles del amor están en flor, y entre ellos, multitud de cotorras argentinas, currucas, ruiseñores, petirrojos y un recién llegado de África, y por lo visto, con bastante hambre, un alcaudón común, que en un abrir y cerrar de ojos capturó, como si de un pequeño halcón se tratara un mosquitero. De inmediato empezó a comérselo por la cabeza, para poco después, no dejar nada más que unas cuantas plumas como único rastro de lo que allí había pasado...

3 comentarios:

Ars Natura dijo...

Tuvo que ser impresiomante la escena.

Saludos.

Luengo dijo...

Valioso documento Anzaga. Del alcaudón real sí tenía constancia de sus habilidades cazadoras (ratones, pajarillos y pequeños animalillos), pero del alcaudón común nunca lo hubiera pensado.
Un saludo.

Ángel Zamora dijo...

Buenas compañeros.

Volví a pasar por la Plaza de España de Cádiz, pasados unos días, y por allí seguía el alcaudón común entre los jardines, aunque cabe la posibilidad de que fuera otro, dado que este lugar suele ser punto de primera parada de muchas aves...

Saludos.

**** " NO SE PUEDE CONSERVAR AQUELLO QUE NO SE CONOCE " ****