Siempre
cerca de los mitos, los mirlos, los petirrojos, y los herrerillos comunes,
también estaban los carboneros comunes.
En Hyde Park (Londres), descubrí que a un personaje que los atraía a silbidos y
luego los alimentaba, como si fuesen perros.
Aprendida
la lección, cogí unas cuantas migas de pan, las levanté en la palma de mi mano
y silbé. Al rato me vi rodeado de multitud de pajarillos que me miraban
fijamente esperando algo más suculento que unos cuantos trozos de pan y los
disparos de mi cámara de fotos…
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