Recuerdo los
paseos nocturnos por las calles de Aguascalientes
(Perú), punto de partida para subir
al Machu Picchu. Esta pequeña aldea,
solo unida al resto del mundo por el tren, está rodeada de altísimas montañas y
selva por todas partes. Además de ver muchísimas aves, se pueden observar cientos de lepidópteros, en su mayoría nocturnos, que quedan hipnotizados por los focos y farolas.
Entre
ellos, la esfinge Xylophanes ceratomioides, que se
extiende desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de Argentina. En la
fotografía vemos un macho, que yacía casi moribundo sobre una acera.
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