Tras
visitar Lima, nuestro siguiente
destino eran las Islas Ballestas,
famosas por las grandes concentraciones de aves y leones marinos. Nada más
llegar a Paracas, con la famosa compañía
de autobuses “Cruz del Sur”, nos
comunican en la propia estación, que como consecuencia del viento, los barcos
no estaban saliendo al mar y que por lo tanto las visitas quedaban suspendidas.
Allí mismo nos informan, que para aprovechar el día, también teníamos la opción de visitar el Parque Nacional de Paracas. Y dicho y hecho, sin tan siquiera
llevar las maletas al hotel, nos vamos en una furgoneta turística a visitar uno
de los lugares más secos del planeta.
Lo
primero que sorprende al viajero, son los inmensos espacios abiertos, la
completa ausencia de vegetación y la ondulante carretera de sal que cruza el
parque. La visita continuó hasta alguno de los miradores sobre el Océano Pacífico donde
cientos de aves de distintas especies se hacinaban en los acantilados. En una
playa cercana de arenas rojizas, además de los ostreros, los zarapitos trinadores y las gaviotas grises, un solitario lobo
marino reposaba ajeno a los visitantes.
Ya de
vuelta en el muelle pesquero próximo a los restaurantes de turistas, los
pescadores cargaban y descargaban los aperos necesarios para la faena. Algunos
leones marinos iban de un lado a otro a la espera de los descartes de pescado
que son arrojados al mar. Cientos de aves revoloteaban por todas partes creando
un ambiente que ningún amante de las aves olvidará con facilidad.
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