Hasta
ahora, no había tenido muchas oportunidades de encontrar los escurridizos
erizos comunes en ninguno de mis paseos manchegos. Recuerdo que en una ocasión,
vi uno que comía tranquilamente en un plato con pienso que alguien había dejado
para alimentar los gatos que viven en la calle. Aunque la mayor parte de las
veces, uno sabe que hay erizos en la zona, porque por desgracia son presa fácil
de atropellamientos en las carreteras.
Tengo que
agradecer a dos “grandes personas”, Omar y Vicente, el que me mostraran este de
las fotos. En principio, se mantuvo
durante largo tiempo enroscado y bastante asustado. Poco a poco, decidió desplegarse
e intentar huir. Pero estaba totalmente agotado por el calor y el miedo. En el
cuello y en las orejas se veían con facilidad numerosas garrapatas. Añadir
que fue dejado en libertad, al poco tiempo, en el mismo lugar donde había sido
encontrado.
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