Desde que
llegaron de sus cuarteles de invernada en África, los ruiseñores
comunes, Luscinia megarhynchos,
no han parado de cantar, escondidos entre los álamos, los chopos o los tarayes.
Siempre en zonas con cierta humedad.
En el Parque
Nacional de las Tablas de Daimiel, su melodioso canto está presente en cada
rincón. No son los únicos paseriformes,
ni mucho menos, en estos días de inicios de mayo, en plena primavera, además de
los ruiseñores comunes, también podemos oír o ver el otro ruiseñor, el bastardo, y no faltan los carriceros, los bigotudos, los pájaros moscones, las buscarlas o los carricerines.
2 comentarios:
Y que bien cantan. Besitos y buen domingo.
Eso si... y además nunca se cansan...
Saludos.
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