Chaouen, Xaouen o Chefchauen son los distintos nombres que recibe la ciudad azul. - Si en otro tiempo fue considerado como un lugar santo, y por ello vedado a los extranjeros, hoy, esta pequeña localidad marroquí debe buena parte de su prosperidad al incesante flujo de turistas que hasta aquí llega.
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Sinuosas callejuelas escalan la pendiente hasta lo más alto de la ciudad. Tras cada esquina, en cada rincón, sobre cada puerta o ventana, grande o pequeña encontraremos un motivo para sacar la cámara de fotos y tomar una instantánea. No debemos dejar de ver la cascada y las lavanderas de alfombras, el olivo milenario de la medina o la gran plaza de la casba. - Tampoco podemos irnos sin degustar alguna de las variedades de tajine de la zona, ni alojarnos en alguno de los riads de la ciudad. - En ocasiones, contratar vuelo y alojamiento al mismo tiempo, puede ser interesante.
Chaouen también es naturaleza. - Para nosotros, los amantes del campo, la ornitología y del senderismo, también encontraremos multitud de rutas en el Parque Nacional Talamssemtane, próximo a la ciudad que harán que haya merecido la pena aún más esta escapada. Entre sus joyas; pinsapos, monos de berbería o aves endémicas como el ratonero moro.
1 comentario:
Encantador lugar. Saludos.
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