sábado, 9 de julio de 2011

Calopteryx Virgo: “El que sobraba era yo…”

Si hay una cosa que voy aprendiendo con el transcurrir del tiempo, aunque realmente me sigue costando aún aceptar, es saber, cuándo es el momento preciso en el que uno realmente sobra en un lugar o circunstancia. - Y así fue, como me hicieron sentir no hace demasiado, estos caballitos del diablo llamados por los que saben de bichos: Calopteryx Virgo.
No hay más que mirarles directamente a sus ojos brillantes, percatarse de sus alas erizadas, o incluso, percibir su posición presta para saltar sobre la yugular del molesto humano que se atreva a merodear entre sus dominios, - es decir: en este caso, yo - como para empezar a poner los pies en polvorosa y desaparecer... Tanto el señor Calopterys, vestido de azul, como su señora; “eeesa de verde”… - me indicaron, sin demasiados modales, la puerta para salir de su campo de helechos gigantes y de su fresco arroyuelo. - Y fue así, queridos amigos, que partí sin dejar rastro. - Que por cierto, es lo que hay que hacer cuando uno va al campo. – Y no dejar todas esas basuras por cualquier parte - ¡qué algunos lugares da asco verlos!…

6 comentarios:

Atanasio Fernández García dijo...

Bueno, al menos te permitiron disfrutar unos instantes de su belleza e incluso fotografiarlos. Aunque en alguna de las imágenes ya parecen estar un poco impacientes.....y con la mirada fija en tu yugular! Enhorabuena por tus recientes 100.000 visitas, siempre es un placer pasarse por tu blog. Un saludo!

Teté M. Jorge dijo...

Você é muito interessante no escrever... que delicadeza de fotografias.
Eu adoro ficar observando as libélulas... são tão mimosas e ariscas ao mesmo tempo.
Bom domingo.
Um beijo carinhoso.

Jesús Dorda dijo...

Tiene Vd. mucha razón Sr. Anzaga, no hay que dejar restos, pero nada nos impide robar una imágenes, aunque sean íntimas, sobre todo si tenemos la excusa de mostrar a otros la belleza que debe ser conservada.
Saludos.

Unknown dijo...

Fascinantes colores tienen estos caballitos del diablo y las fotografías con las que ilustras la entrada no son menos. Buen trabajo.

Un cordial saludo.

Lienzo tierra dijo...

¡Me encantan los Calopteryx! ¡Pero si son la mar de sociables! ¡No exageres!! ;)))) Se posan en la mano con facilidad.

Y sí, como dijo alguien alguna vez, que lo único que dejes tras de tí sean tus huellas (se sobreentiende que no de basura).

Saludos!

Claudie Dufour dijo...

Tu reflexión, Anzaga " El que sobraba era yo" me lleva directo a la de un escritor, poeta francés desparecido el año pasado ROGER MUNIER. Dice que a veces, (aunque raramente) " consigo ver el mundo sin mí". O sea que cuando la belleza exterior es tan grande, es el mundo ( la naturaleza) que da un paso hacia el hombre, y no al revés como suele ocurrir. Se siente uno tan insigificante que se borra del paisaje, y es cuando " la beauté captivante du monde FAIT SIGNE". Me gusta esta imagen de observar sin dejar huella ni pisada, sin perturbar nada del espectaculo de la vida sin nosotros.

**** " NO SE PUEDE CONSERVAR AQUELLO QUE NO SE CONOCE " ****