Como en la canción de Serrat: “Harto ya de estar harto ya me cansé, de preguntarle al mundo por qué y por qué”. Y ha sido así, que cansado de esta crisis y sus consecuencias, y como si de un aprendiz de burgués se tratara, he aprovechado las ventajas de “un todo incluido” y me he plantado en Benidorm (Alicante). No se pueden imaginar la sorpresa que ha supuesto esta decisión en mi entorno. Alarmados todos, y subrayándome el hecho de que las playas alicantinas no son el mejor lugar para divisar aves ni demás bichos, que parece ser, según ellos, deben ser las únicas cosas que a mí me hacen feliz. En fin, cosas que pasan…
Reconozco que no son mis vacaciones ideales, pero también admito que es una forma cómoda y relajante de viajar. Toalla p´arriba, toalla p´abajo todo el día, evitando eso sí, ser de los últimos a la hora del reparto alimenticio, que no saben ustedes las colas que se producen al ladito de la paella, ríanse ustedes de la operación salida…
Bromas aparte, jamás pensé que se pudiera destrozar tanta comida en una sola jornada, en un solo hotel. Me sorprendió tanto, que pregunté a los camareros si se aprovechaba algo de las sobras, y me dijeron que todo se tiraba, y que incluso ni ellos mismos podían quedarse con nada. No sé ustedes pero a mí estas cosas me siguen sorprendiendo sobremanera...
Bromas aparte, jamás pensé que se pudiera destrozar tanta comida en una sola jornada, en un solo hotel. Me sorprendió tanto, que pregunté a los camareros si se aprovechaba algo de las sobras, y me dijeron que todo se tiraba, y que incluso ni ellos mismos podían quedarse con nada. No sé ustedes pero a mí estas cosas me siguen sorprendiendo sobremanera...
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