Ventanas que ya nadie abre.

Hay ventanas que ya nadie abre, rotas por el trascurrir de los años y el olvido, esconden secretos de los que un día moraron en el interior. Vidas de emigrantes que hicieron maletas rumbo a arrabales de grandes aglomeraciones urbanas. Rumbo a lo que ellos, consideraban entonces una vida mejor. Y así, estas viejas ventanas, quedaron cerradas en su silencio.

¿No te parece que las ventanas guardan ciertos secretos?... y ahí permanecen ellas, calladas, deshechas y mudas. Esperando quizá, que alguien les vuelva a dar vida, y las vuelva a abrir cada día y a cerrar por las noches.

Abrir una ventana, es abrir una caja donde se esconde algún secreto por descubrir. La luz del sol, la niebla, la nieve o la tormenta. Nunca se sabe con certeza lo que se esconde detrás de una ventana…

Encuentro en mi caminar, pueblos sólo habitados por algunos pocos ancianos, que cada día tras saludarse desde sus ventanas, siempre se dicen “¿Qué tal día hará hoy?” – “Pues parece que han dicho que hará sol”… Ritual que se repite rutinariamente, desde las viejas ventanas de muchos de nuestros pueblos…

Hubo un día, en el que me plantee que necesitaba una casa, que ya estaba bien de ir de un lado a otro. Imaginaba que mi casa además de acogedora y muy personal, debería de tener, entre otras cosas, un buen ventanal, con mucha luz, con vistas a algún bosque, a algún valle o a alguna montaña. Para así, poder mantener un cierto contacto con la madre naturaleza. Con el trascurrir de los años me he dado cuenta que hay sueños que necesitan de algo tan material como el dinero. Hoy, bajo mi ventana, sólo hay un parque de barrio con vistas a sueños por cumplir…