Quitar la libertad a un animal y recluirlo de por vida en un zoológico ha de convertirse en el último recurso. Insistimos en que los animales salvajes deben sobrevivir en su propio hábitat natural. Pero el encierro, de cualquier ser vivo con capacidad de sentir dolor, bienestar, o privación, debe respetar y satisfacer sus necesidades básicas, las determinadas por las características de la especie a la que pertenece, y las que dictan sus instintos naturales.
Los zoos tienen que desempeñar, sobre todo, un claro papel a favor de un cambio radical en nuestra conciencia, en las creencias y en los valores dominantes en nuestra sociedad de consumo, que orientan nuestras vidas cotidianas a considerar a los animales como objetos, cuya existencia sólo tiene valor si es al servicio de intereses exclusivamente humanos.
Cada vez más, aumenta el número de detractores de los zoológicos. José Saramago, Premio Nobel de Literatura en 1998, ha manifestado recientemente, que: “Si yo pudiera, cerraría todos los zoológicos del mundo. Si yo pudiera, prohibiría la utilización de animales en los espectáculos de circo.” En relación a Susi, la elefanta moribunda y enferma del zoo de Barcelona que muere de tristeza y depresión, ante la risa o pasividad de miles de visitantes.
Denunciemos el maltrato animal...
1 comentario:
El sábado estuve en Faunia por una comunión. Cuando vi las condiciones en que estaban los animales de la zona de noche me entró una tristeza enorme. Me parece una tortura que unos animales como los linces estén en espacios totalmente artificiales, y sin ni siquiera respirar el aire exterior, ni sentir el sol, ni la noche. No se puede pensar en una tortura mayor, sin olores, ni sonidos, sólo escuchando el griterio de la masa que entra y que no presta atención a los carteles de silencio. Como se puede permitir que esos animales tengan que sufrir de esa manera, ¡y se supone que es para nuestra diversión! que espanto y que tristeza.
Ana
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