La visita al espacio protegido del Cráter
de Ngorongo, como a cualquier otro de Kenia o Tanzania, se
realiza en todoterreno por medidas de seguridad ante la presencia de tanto animal
potencialmente peligroso.
Pero los que disfrutamos
igual con un rebaño de cebras que con un pequeño papamoscas, nos vemos con la
dificultad de que, a las aves, en general, se las deja de lado en este tipo de
viajes.
Por esa razón, la mayor
parte de las fotografías de aves que he tomado son de individuos muy alejados o
están tan movidas por los vaivenes de los vehículos, por lo que a veces es tarea
imposible su identificación.
Sobre las piedras, una
pequeña collalba capirotada (Oenanthe pileata) no dejaba de revolotear
de un lado al otro, mientras el resto de turistas observaba del otro lado, las
orejas de un león que sobresalía entre la hierba.
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