Fue en 2016, visitando las Cataratas
de Iguazú, en Argentina, donde
decidí que no sería mal asunto ir viendo poco a poco (y si el dinero resiste),
las consideradas como siete maravillas
naturales del mundo. ¡Dicho y hecho!, el verano siguiente, en 2017, me dediqué
a recorrer Vietnam, hasta llegar hasta
la siguiente, la Bahía de Halong o Ha Long.
Sin
lugar a dudas, la etapa más cara de un viaje, que en general estaba resultado
bastante barato, debido sobre todo, a las condiciones de vida de un país en
plena transición entre un modelo comunista y otro de economía de mercado. De la Bahía de Halong lo que recordaré
siempre, es la gran tormenta eléctrica y el gran aguacero de la última noche en
la que parecían unirse mar y cielo. Los pequeños barcos eran zarandeados de un
lado a otro entre aquellas montañas surgidas de algún cuento, el camarote de
madera y el calor húmedo que todo impregnaba…
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