El primer sonido de aves, en mi pasado viaje a Argentina, llegó hasta la habitación
misma de mi hotel situado en pleno Barrio
de Palermo, justo en el centro de Buenos
Aires. No podía ser otro que el bienteveo
común, pitangus sulphuratus. Una
pareja se había encaramado sobre lo alto de una iglesia, y desde allí arriba, parecían
animarme a salir a la calle a descubrir la ciudad.
A lo
largo de los días, fui encontrando bienteveos
por los distintos lugares que iba visitando, y no dejé de volverme cada vez que
emitían su chirriante y característico canto. Algo parecido a un grito que
parece decir “bienteveo” una y otra
vez…
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