Ayer, en el Paraje
Natural de la Desembocadura del Guadalhorce, pasando un buen rato
observando aves, una pequeña culebrilla permanecía inmóvil a menos de un metro
de mí. Allí permaneció largo tiempo ajena a los muchos visitantes (y a sus
perros) que hasta el puesto de observación fueron llegando.
Mirando
la coloración general, el amarillo de los ojos, la ceja tan pronunciada y la
disposición de las escamas de la cabeza se puede concluir que se trata de un
juvenil de culebra bastarda,
Malpolon monspessulanus, la mayor culebra de Europa. Está considerada como una culebra venenosa, aunque no para
el hombre. Con un poco de suerte, esta pequeñina se convertirá en una gran
cazadora de ratas y por lo tanto una buena aliada para los hombres.
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