Como bien saben los apicultores, las abejas
necesitan tener agua en las inmediaciones de las colmenas. El agua es acarreada
por las abejas pecoreadoras, es
decir por aquellas que tienen el cometido de llevar el polen a la colmena,
donde más tarde, será mezclada con el propio polen y la miel. Esta mezcla se
utiliza como alimento para las larvas. Durante el estío, el agua también es
utilizada para refrescar la colmena y mantenerla en una temperatura
constante que ronda los 35ºC.
Cuando las charcas y los arroyos escasean, los
apicultores construyen balsas artificiales o pequeños abrevaderos, donde las
abejas hallarán los recursos hídricos necesarios.
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