Cuando el sol aprieta, las garrapatas; Ixodes ricinus,
buscan las sombras donde suelen permanecer días y días sin alimentarse. Se
encaraman sobre la hierba, esperando la llegada no solo de mamíferos, sino
también de aves o reptiles. Aquí pueden ver la hembra de zorro, se pueden apreciar cerca de las orejas, donde el
raposo no puede llegar, garrapatas
completamente hinchadas por la sangre succionada. También recuerdo el macho la lagartija colilarga, sufriendo
pequeñas, pero bien nutridas garrapatas
cerca de las patas delanteras. Se han encontrado jabalíes completamente cubiertos de estos grandes ácaros chupasangre. En ocasiones,
cuando miles de parásitos se concentran en un solo individuo, esto puede desencadenar
en la muerte del animal afectado.
Pero como mucha gente sabe, las garrapatas no descartan nuestra sangre.
Yo mismo, en cierta ocasión, hallé una fuertemente asida a mi barriga. La
verdad, es que ni lo pensé, y la desprendí tirando de ella sin que aquello
tuviera ninguna consecuencia. Me han contado de casos, con peor suerte, en los
que las garrapatas se habían agarrado en las nalgas, espalda, cuero cabelludo, escroto e incluso en el interior de
una oreja, produciendo fuertes dolores y fiebre. Según cuentan, la forma más
correcta de separar una garrapata es
con unas pinzas, tirando lo más cerca posible de la cabeza e intentando que no
devuelva los jugos y la sangre ingerida.
Durante estos días de inicios de junio, las he
visto por todas partes, algunas subiendo por mis piernas. Son bastante duras,
rápidas y también abundantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario