Tras las primeras lluvias de septiembre, desde los más lejanos tiempos, se viene repitiendo un ancestral ritual de apareamiento entre los ciervos de estas latitudes: La berrea.
En Cabañeros, en Sierra Madrona y otros muchos lugares de nuestra geografía, en los rojizos días de septiembres es posible deleitarse con sonidos que parecen brotar de cada uno de los escondites de la sierra y de la raña. El macho del ciervo cargado de testosterona emprende un ritual de celo que sorprende y atrae hasta el más profano. Decenas de coches se apegan a las cunetas de carreteras y caminos, se trata del estallido de la berrea.
En Cabañeros, en Sierra Madrona y otros muchos lugares de nuestra geografía, en los rojizos días de septiembres es posible deleitarse con sonidos que parecen brotar de cada uno de los escondites de la sierra y de la raña. El macho del ciervo cargado de testosterona emprende un ritual de celo que sorprende y atrae hasta el más profano. Decenas de coches se apegan a las cunetas de carreteras y caminos, se trata del estallido de la berrea.
Pasado el período de celo cientos de cazadores y rehalas harán de estos magníficos animales tan solo un trofeo de dudoso mérito, un adorno de bar o serán colocados junto a otras especies en el salón de aquel que les sesgó la vida.