En Gambia, las abejas africanas habían
construido un gran nido oculto en el hueco de un viejo baobab, aprovechando la
protección natural de su tronco milenario. Dentro, los panales se extendían
como un laberinto dorado, rebosantes de miel y actividad, mientras el zumbido
constante anunciaba la intensa vida de la colonia. El baobab, testigo
silencioso del paso del tiempo, ofrecía refugio y estabilidad, y las abejas, a
su vez, mantenían el delicado equilibrio del entorno al polinizar las plantas
que crecían a su alrededor.
jueves, 18 de diciembre de 2025
Una gran colmena de abajas en un baobab.
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