Hoy, con un viento helador y las montañas cubiertas de nieve, he visitado Navacerrada, un municipio madrileño enclavado en la Sierra de Guadarrama que conserva intacto su carácter serrano.
Sus calles empedradas y casas de piedra parecen abrazarse para protegerse del frío, mientras el paisaje blanco realza la quietud del entorno y la cercanía del puerto que lleva su nombre.
Navacerrada, tradicional punto de encuentro para amantes de la montaña y los deportes de invierno, ofrece en días como este una estampa especialmente intensa: naturaleza áspera y bella, aire puro que corta la respiración y una sensación de refugio que invita tanto a la contemplación como al descanso junto al calor de una chimenea.
.jpg)
.jpg)
No hay comentarios:
Publicar un comentario