Aprovechando
mis días por Málaga, me he acercado
al Jardín Botánico-Histórico de la
Concepción. Un verdadero paraíso de paz, lleno de plantas traídas de todo el
mundo. Un edén al alcance de todos. La verdad es que me he dado una
buena caminata a pie desde el centro siguiendo el cauce seco y bastante
descuidado del río Guadalmedina.
Entre las múltiples fuentes y cursos de agua,
nuevamente me he entretenido con un petirrojo
bastante confiado, que como en otras ocasiones se ha acercado a menos de un
metro de mí. Ajeno a mi presencia, ha continuado rebuscando lombrices y otros
pequeños insectos escondidos entre las hojas secas.
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