Próximo a la ciudad de Marrakech, y como antesala a los Montes del Atlas, el Valle
del Ourika supone una oportunidad de tomar contacto con las gentes de las
pequeñas aldeas bereberes y quedarnos más que maravillados por la naturaleza
cambiante que aquí encontraremos.
En estos días de invierno tendremos la oportunidad
de atravesar primero paisajes semidesérticos, con bastante calor, más tarde
espacios de huertas y las primeras montañas con la vegetación propia del clima
mediterráneo, y finalmente, acabar tiritando de frío por alguna tormenta de
nieve que se avecina desde las más altas cumbres.
Es cierto que paulatinamente las humildes gentes
de vida sencilla de este lugar han ido despoblando las pequeñas aldeas de adobe
rojizo y gris por otra forma de vida en la turística Marrakech. No obstante, muchos lugareños han sabido sacar el máximo
partido a sus productos artesanales y no son pocas las cooperativas de mujeres
que por aquí confeccionan alfombras, aceite de argán o alfarería.
También son numerosos los restaurantes y bares
especializados en los platos típicos, véase el consabido tajine, el cuscús o
las brochetas de carne. - Fíjense en los numerosos sofás que jalonan el arroyo,
no tienen desperdicio…
En mi caso particular, y en función de la oferta
que había conseguido con Destinia, me he alojado en Marrakech, dada la proximidad con la ciudad roja. - No obstante, y
sobre todo en verano, es posible encontrar un gran número de hoteles y
albergues en todo el valle.
1 comentario:
Llama la atención el contraste de color uniforme del paisaje con los llamativos colores del mobiliario. Un lugar pintoresco. Saludos.
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