Andaba yo tan contento con mi cámara de fotos
admirando la belleza de Il Duomo en Florencia, cuando advertí que en la
sombra de una esquina de la espectacular catedral gótica, se escondía lo que me
pareció una vieja salamanquesa. - Y como no podía ser de otra forma, dada mi
afición al “mundo bicheril”, decidí
hacerle unas cuantas fotos al adormilado reptil. - Comprobé que su piel tenía
grandes espinas, estaba seca, que había perdido su cola y que entre sus dedos
se acumulaban decenas de ácaros rojizos, que a buen seguro, hacían que su vida no
fuera demasiado fácil entre aquellos viejos muros cargados de historia. – Pobre
animal - pensé – Ahí recluido en su gran
isla con forma de catedral incapaz de cruzar la calle…
Como no podía ser de otra forma, mi gesto no pasó
inadvertido, e inmediatamente comprobé atónito que una larga fila de “japos”,
me había rodeado y comenzaban a disparar
con sus potentes cámaras sobre la pobre salamanquesa… - En aquel momento mi
sensación fue que el pobre reptil atraía muchos más turistas que todo el
complejo catedralicio… - Y es que como se suele decir por aquí: “Estamos gentes pa to”…
Espero que la vieja salamanquesa florentina siga viva
aún viendo los guiris pasar…
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