No es raro que Albarracín (Teruel) aparezca en todas las quinielas y listados de los pueblos más bellos de España. Albarracín como pocos pueblos de nuestro país ha sabido proteger y conservar, pese al paso de los siglos, su rico patrimonio cultural y paisajístico.
Albarracín se adapta como un guante a la áspera montaña que rodea el río Guadalaviar. - Verdes laderas entre cursos de agua llenos de vida pese a los meses de sequía, contrastan con los ocres y rojizos de las abruptas montañas y del yeso de las construcciones.
Entre sus calles angostas y empinadas, de inevitable aire medieval, Albarracín permanece fresco, silencioso y enigmático en las pocas semanas que aquí hay de verdadero verano. Sus habitantes han sabido aprovechar lo mucho que pueden ofrecer, naturaleza virgen, gastronomía y tranquilidad. Tras cada esquina encontraremos hoteles, restaurantes y lugares con encanto, y es que en buena medida, el turismo representa el motor económico de los albarracinenses.
Aprovechando nuestros días de descanso en esta singular localidad, es bastante aconsejable perderse entre las sierras cercanas, y visitar los pequeños pueblos e ir descubriendo los paisajes que se esconden entre desfiladeros, gargantas y cumbres. La fauna y la flora de este entorno bien lo merecen.
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