Cuenta nuestra tradición, que el día del Ángel (1 de marzo), es el día en el que aparece la primera golondrina por nuestro cielo, y así fue otro año más, fieles a su cita, ese señalado día una golondrina común pasó cubierta de sombra y fatiga tras un viaje de miles de kilómetros al lado mío.
Quizá, pasase inadvertida para mucha gente, pero no, para aquellos que cada día estamos pendientes de los pequeños cambios que se producen en nuestro entorno. Lo cierto, es que tras esta primera golondrina llegaron otras, y el tiempo cambió, y cambió el color del campo, y florecieron los almendros, e incluso ha dado tiempo a que se les caiga la flor y ahora ya cubiertos de verde redondean sus pequeños frutos, y así andamos disfrutando de un veranillo anticipado que nos sugiere quizá alguna “salidilla” al campo.
Pero no perdamos a nuestros protagonistas, “los alfareros del viento”, que ahora se encuentran recogiendo barro aquí y allá, redondeando “casitas”, muchas veces apelotonadas unas sobre otras, creando verdaderos patios de vecinos, siempre bulliciosos y musicales. Cualquiera diría que acaban de recorrer miles de kilómetros desde África, que han cruzado con esos diminutos cuerpecillos un mar, un desierto y quién sabe cuántas dificultades más.
Me preguntaba, lo poco que sabemos de nuestros vecinos, y no hablo de la señora mayor que vive en el 1ºA o del piso de estudiantes que tanto ruido nos da. Me refería, a los que son nuestros vecinos de verdad. El resto de seres vivos que comparte “esta gran pelota azul”. Tampoco me preguntaba esto, porque yo fuera un avezado experto en temas de naturaleza, sino más bien, porque seguro que ellos también, podrían enseñarnos algo…
Entendamos nuestro entorno, pero sobre todo respetémoslo.
Quizá, pasase inadvertida para mucha gente, pero no, para aquellos que cada día estamos pendientes de los pequeños cambios que se producen en nuestro entorno. Lo cierto, es que tras esta primera golondrina llegaron otras, y el tiempo cambió, y cambió el color del campo, y florecieron los almendros, e incluso ha dado tiempo a que se les caiga la flor y ahora ya cubiertos de verde redondean sus pequeños frutos, y así andamos disfrutando de un veranillo anticipado que nos sugiere quizá alguna “salidilla” al campo.
Pero no perdamos a nuestros protagonistas, “los alfareros del viento”, que ahora se encuentran recogiendo barro aquí y allá, redondeando “casitas”, muchas veces apelotonadas unas sobre otras, creando verdaderos patios de vecinos, siempre bulliciosos y musicales. Cualquiera diría que acaban de recorrer miles de kilómetros desde África, que han cruzado con esos diminutos cuerpecillos un mar, un desierto y quién sabe cuántas dificultades más.
Me preguntaba, lo poco que sabemos de nuestros vecinos, y no hablo de la señora mayor que vive en el 1ºA o del piso de estudiantes que tanto ruido nos da. Me refería, a los que son nuestros vecinos de verdad. El resto de seres vivos que comparte “esta gran pelota azul”. Tampoco me preguntaba esto, porque yo fuera un avezado experto en temas de naturaleza, sino más bien, porque seguro que ellos también, podrían enseñarnos algo…
Entendamos nuestro entorno, pero sobre todo respetémoslo.
2 comentarios:
que bonito animal. me ha gustado mucho la forma de explicar que tienes, podrias dedicarte al magisterio. Anzaga, eres el mejor.
Qué labia tienes jodio
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