Poco o
nada tiene que ver la calandria grande
de Sudamérica, Mimus saturninus con la calandria
europea, salvo la capacidad de imitar el canto de otras aves. La capacidad
de volumen y la variedad de registros de silbidos y pitidos es increíble. Quizá
por ello, es un ave fácil de localizar. Corretea habitualmente por el césped
acompañada del zorzal colorado y del
curioso hornero a los que próximamente
dedicaré una entrada.
Por lo
que yo vi hace algunos días, es bastante abundante en los jardines de Buenos Aires. Incluso en la concurrida Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, deambulaba de un lado a
otro ajena a las multitudes y a las habituales manifestaciones de protesta
contra el gobierno actual.
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