Aprovechando
la mañana, me he armado de fuerza y he emprendido nuevamente una subida al Monte
Coronado de Málaga con el fin de hacer algo de deporte tras las últimas nutridas
ingestas de comida, y sobre todo, para intentar localizar algún roquero
solitario, que en la anterior vez se había mostrado demasiado huraño.
Esta vez no ha sido tan complicado tomarle unas fotos, incluso antes de llegar a la cima, un juvenil se ha acercado a media distancia entretenido como estaba con una aceituna.
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