Estos pequeños escribanos saharianos, no dejan de
sorprenderme. Uno esperaría encontrarlos por cualquier parte en Marruecos, exceptuando la populosa y
contaminada ciudad de Casablanca.
Pues nada más alejado de la realidad, aquí también son muy abundantes.
Aprovechando que
dispongo de un pequeño patio en mi estancia en esta ciudad, decidí colocar un
recipiente con alpiste y un poco de agua esperando impaciente la reacción de
las avecillas. A las pocas horas de instalar la comida, llegó la pareja que más
tarde instaló el nido en la casa colindante a la mía.
En estos días de finales
de junio, los tres polluelos que les sobreviven a los ataques del cernícalo vulgar, han decidido
desayunar, comer, merendar y cenar tranquilamente, a un metro escaso de mi mesa…
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