Este pasado verano del 2.019, tan cercano, y tan
lejano a la vez, he tenido la suerte de viajar a México. Mi primera
parada fue, como era de esperar, uno de tantos magníficos resorts, de todo
incluido, de la costa caribeña mexicana entre Cancún y Playa del
Carmen, Estado de Quintana Roo. Un paraíso en la tierra; playas de aguas cristalinas, preciosas cabañas en la selva y naturaleza por todas partes. Una maravilla
de experiencia, que todo el mundo debiera tener el derecho de probar, al menos,
una vez en su vida.
Tumbado a cuerpo de rey, sobre la sorprendentemente
fría arena blanca coralina, ensimismado con
el vuelo de las fragatas, los pelícanos y el deambular de las grandes iguanas y
de los coatíes, un águila pescadora, Pandion haliaetus, cruza
sobre mí con un gran pez (pámpano palometa o Trachinotus falcatus) camino a la selva. No se puede pedir más, ni se puede
empezar mejor un viaje, pensé yo…
2 comentarios:
Me encanta. Besitos.
Teresa, esta es una de esas fotos que uno hace cuando se encuentra en lugar adecuado, en el momento justo...
Besos.
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