Desde el 2.009 no dedicaba ninguna entrada a Portugal,
un país cercano y a la vez con tantas cosas por ofrecer. No son pocas las
ocasiones en las que he tenido la suerte de visitarlo desde entonces, pero
entre los parones que doy a mi pobre blog, que si patatín, que si patatán, pues
que estamos en el 2.020, si mis cálculos no me fallan, (que con esto del
coronavirus, ya no sé cuánto tiempo llevo encerrado) ya han pasado once años
desde la entrada que dediqué al río Douro (Duero) y a las tierras que cruza.
- A ver si este dichoso confinamiento no nos impide, este pequeño gran placer
que es viajar, y no solo con la imaginación, como diría mi amiga Benita…
En 2018, pateé de arriba abajo las calles de Oporto,
con ese aire decadente, que tienen algunas ciudades europeas, y a la vez tan atractivo,
y auténtico. - Oporto es famosa por sus edificios recubiertos de mosaicos azules,
su riqueza arquitectónica, difícil de conservar por la cantidad y calidad que atesora, no
en vano, el centro histórico de la ciudad fue declarado Patrimonio Cultural
de la Humanidad. En definitiva, una ciudad, para volver y beberse unos vinos
(¡claro!)…
Me encanta Oporto. Un beso.
ResponderEliminarMerece una visita...
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