Ayer,
mientras aguardaba en la larga cola para subir en los autobuses que remontan
desde Aguas Calientes al Machu Picchu, pese a la poca luz de las
primeras horas de la mañana, intenté una y otra vez localizar las aves del
lugar sin demasiado éxito. De vez en cuando echaba un ojo al río que baja desde
las impresionantes montañas selváticas que rodean la turística localidad
peruana. Pude ver pequeños pajarillos grises y negros que revoloteaban entre
las grandes piedras, llamados mosqueritos guardarríos; Serpophaga cinerea, otro que recordaba enormemente a los machos de colirrojo
tizón de Europa, la viudita de río; sayornis nigricans, también una especie de mirlo acuático, algo más grande que los nuestros,
pero de cabeza blanca; Cinclus leucocephalus. Por último, un macho de pato de torrente o pato torrentero; Merganetta
armata, el único que pude fotografiar, y que apareció de entre las rocas en el último momento. Esta
especie vive en ríos fríos de la cordillera andina, realiza vuelos cortos posándose
sobre las piedras desde donde se sumerge una y otra vez en busca de peces y
crustáceos.
Entiendo muy bien lo que dices, a veces salgo al campo con la esperanza de ver algunos pajaros o animalillos para fotografiar y resulta que ese dia no encuentras nada, pero nunca hay que perder la esperanza porque hasta en el ultimo momento del dia te puede sorprender, como lo hizo el pato torrente. Saludos
ResponderEliminarHola Arantxa.
ResponderEliminarAsí es el "pajareo", quizá por ello, cuando se hace una buena captura de algo que estás persiguiendo desde hace tiempo, lo valoras más...
saludos.