Recorriendo los arroyos y alamedas de la Sierra de Alcaraz (Albacete), uno va percibiendo
aquí y allá diferentes sonidos, y termina con frecuencia descubriendo cada uno
de los animalillos y aves que habitan estas arboledas. La amarilla oropéndola de copa en copa, los herrerillos capuchinos y los carboneros comunes recogiendo materiales para sus
nidos, las ardillas en los pinares
adyacentes o las ratas de agua
intentando ocultarse entre los zarzales.
También
varios autillos, recién llegados de África, emiten sonidos desde árboles
lejanos, imposibles de localizar dado su plumaje perfectamente mimetizado a
este entorno. De repente, frente a mí, orejas de duende, ojos de duende, pero
no es un duende, sino uno de los autillos intentando pasar desapercibido hasta la llegada de la noche. - Toda una suerte,
pasar en unos pocos días de encontrarme con el gran duque, nuestra mayor rapaz nocturna, a la más pequeña…
Eso es tener buen ojo. No es fácil localizar este diminuto búho entre la fronda espesa de los árboles.
ResponderEliminarSaludos
Buenas Javier.
ResponderEliminarSolo un golpe de suerte...
Saludos.