Nada más
salir de casa de ruta pajarera rumbo a la
Siberia extremeña, empezamos a sospechar que sería una memorable jornada
ornitológica. Inmediatamente aparecieron grandes grupos de milanos
negros volando desperdigados unos tras otros sobre la carretera. Cruzando
el río Guadiana, en las cercanías de la
Puebla de Don Rodrigo, aún en Ciudad
Real, una cigüeña negra y dos águilas imperiales, un juvenil y un
adulto. La verdad, es que con esto ya casi cubríamos todas nuestras
expectativas, aunque al final el día daría aún mucho de sí.
Ya en tierras
extremeñas, constatamos algo que ya sospechábamos, el cambio de estación allí está mucho
más avanzado que en la Mancha. La vida brotaba por todas partes, los
sembrados están mucho más altos y la primavera se deja sentir plenamente a
primeros de marzo. Como ejemplo, por estos lares, las golondrinas
comunes, las daúricas, los aviones roqueros y los comunes son abundantes por estas fechas y ya han tomado posesión de sus ancestrales lugares de
anidamiento.
Ya saben
lo que se suele decir: “Por San Blas la
cigüeña verás y si no la ves mal año es”. Sobre el antiguo Convento de las Monjas de la pintoresca
localidad de la Puebla de Alcocer (Badajoz), nos deleitamos con los numerosos
nidos de cigüeñas blancas, y con las
idas y venidas de los cernícalos
primillas y las grajillas que no han dejado ni un solo agujero, hueco o repisa
sin ocupar con un nido grande o pequeño. Una gozada de jornada.
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