Sin necesidad
de leer guías de viajes, libros de historia o de buscar en internet, nada más llegar a Mostar se percibe que algo extraño
sucede en la ciudad. Por un lado, la multitud de edificios destruidos, con
claras marcas de artillería y balazos, y por otro, las diferencias sociales y
religiosas entre unos barrios y otros. Se diría que estamos en dos ciudades muy
distintas. De alguna forma, es como si las antiguas guerras de religiones entre
católicos y musulmanes siguieran aún vivas en pleno siglo XXI, aquí, en el seno
de la vieja Europa. Y ciertamente,
aunque cueste creerlo, mucho de esto aún queda en la maltratada, aunque
fotogénica ciudad de Mostar.
Inmensas iglesias visibles desde cualquier punto de
la ciudad, grandes cruces en lo alto de cada montaña, y decenas de mezquitas
situadas todas de la misma parte de rio, nos hablan de una sociedad dividida
años después por una absurda guerra que destruyó esta ciudad. Familia contra
familia, vecino contra vecino.
En la actualidad, Mostar intenta recobrar su antiguo esplendor. Se recuperó el viejo puente, las calles aledañas siguiendo los antiguos trazados medievales y se volvieron a reconstruir nuevos edificios siguiendo los modelos de los que antes ocupaban ese lugar. También aparecieron cementerios a un lado y otro del río, como testimonio de lo absurda que puede llegar a ser nuestra especie, una vez más.
Que haces en Mostar, viajeroo!!?
ResponderEliminarHola artista.
ResponderEliminarQué agradable sorpresa.
Besos.