Tras
cruzar la medina de Rabat en
dirección al mar, llegamos a la Kasbah
de los Oudayas, un lugar cargado de historia, que nos recordará por su
influencia otros tantos monumentos españoles de influencia árabe. Por aquí pasaron
y dejaron su huella los romanos, los almorávides, los almohades o los moriscos andalusíes
expulsados de España. En la
actualidad, esta antigua fortaleza, situada al borde del mar, está declarada Patrimonio de la Humanidad desde 2012.
Tras visitar los jardines de influencia andaluza,
donde independientemente de la época del año en la que estemos parece siempre primavera, se antoja tomar un té y un dulce de almendras en el Café Moro de bellas vistas a la vecina ciudad de Salé, separada de Rabat por el río Regreb.
Las callejuelas azules y blancas, entrelazas unas sobre otras, recuerdan a la ciudad de Chaouen. Desde lo más alto, las vistas sobre el océano Atlántico, el faro y el interminable cementerio musulmán, hacen que merezca aún más la pena visitar este lugar.
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