viernes, 5 de julio de 2013

Tánger y la Gran Migración de las Aves.



“Las aves son tan listas que cogen lo mejor del norte y lo mejor del sur.” 

 
 Binta y la Gran Idea” - Javier Fesser."

 
Sobre la ciudad de Tánger, más que en ningún otro lugar en el mundo, ahí arriba en el cielo, están marcados de alguna manera, aunque invisibles para nosotros, senderos ocultos por los que circulan miles de seres vivos dos veces en cada año. – Con frecuencia, pasan rápidos, callados, desapercibidos para nuestros sentidos. -  Realmente, se podría decir que solo aquellos que educaron sus ojos para captar este acontecimiento, pueden deleitarse con uno de los mayores espectáculos que aún es posible encontrar en la madre naturaleza; La gran migración de las aves.
 

La migración prenupcial empezó casi con el nuevo año. Ya entonces, se veían con vuelo rápido, rumbo al norte, las primeras golondrinas comunes. Llevaban bastante prisa, pues esta vez, estaba en juego la toma de posesión del territorio, encontrar pareja y empezar a sacar adelante una nueva generación de polluelos. Tras ellas, aparecieron los vencejos comunes, los aviones zapadores, las codornices, las cigüeñas negras, las carracas, los halcones abejeros o las águilas calzadas, por citarles algunas de las muchas especies que han cruzado nuestros cielos desde finales de enero, hasta bien entrada la primavera.



Las aves, sus ausencias y sus retornos, de alguna forma, siempre estuvieron presentes en la sabiduría popular. - Campesinos, agricultores, ganaderos y todas aquellas personas que viven ligados al ritmo que marcan las estaciones, desde antiguo, se preguntaron sobre las partidas y venidas de todas aquellas aves, grandes y pequeñas, que surcan el cielo en verano, y que de buenas a primeras, dejan de verse durante meses enteros sin dejar apenas rastro. - Fenómeno natural, que permanece recogido en refranes, dichos, canciones y coplas, transmitidos de padres a hijos, desde antaño. 

Numerosos de estos refranes y dichos populares, tienen como protagonistas indiscutibles, entre todos los pájaros, a las pequeñas golondrinas comunes (Hirundo rustica);  

el 15 de marzo da el sol en la umbría y canta la golondrina”  

 cuando viene la golondrina, el verano está encima”.  

Después de  los interminables días de invierno, con sus escasas horas de luz, tras haber sufrido no pocas escarchas y heladas, el avistamiento de la primera golondrina era recibido como la esperada señal, que marcaba el final del período de carestía, y que además anunciaba que un nuevo cambio de estación estaba a la vuelta de la esquina. Entonces, y solo entonces, los campos volverían a florecer otra vez, y en breve, empezarían a recogerse las primeras cosechas. – Aunque a decir verdad, y como suele ser bastante frecuente en los refranes populares, para otros muchos, la llegada de la primera golondrina no era necesariamente el punto de inflexión que marcaba el cambio de estación. Y así consta en el refranero popular francés, al afirmar que: 

una golondrina no hace primavera” - “Une hirondelle ne fait pas le printemps”. 

Aunque muchos expertos afirman, debido sobre todo al traído y llevado calentamiento climático, que las cigüeñas blancas; Ciconia ciconia, han dejado de migrar, desde antiguo, también ellas han sido portadoras de la notica que anunciaba la llegada de la primavera y sus bondades. Y así lo recoge el dicho popular; - “Por San Blas la cigüeña verás”.  

Es decir, sobre el 3 de febrero, es más que probable que estas magníficas aves, hayan ocupado sus nidos, algunos de los cuales son tan antiguos como la propia ciudad.
 
Las aves además de anunciar la llegada de la primavera, también predicen el frío; “Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo”, advierte de la tormenta; “Ave de mar que busca madriguera, anuncia tempestad de esta manera”, Cantan a la noche, y también al alba,  además son portadoras de buenos y malos augurios, andan, corren, nadan, vuelan, son símbolo de paz, de libertad y además son capaces, ellas solitas, de traerse a los niños desde París… - ¿Realmente, aún se siguen preguntando que para qué valen los pájaros?...


Llegados a este punto, volvemos a retomar nuestra primera cuestión, aún sin resolver; ¿Dónde van las aves en los largos meses en las que no las vemos?... – Pues bien, hoy en día, hasta el menos avezado en estos temas ha oído hablar alguna vez de las migraciones de los pájaros. Los más puestos, incluso sabrán que también numerosas especies de peces, de insectos e incluso de mamíferos, necesitan recorrer cientos o miles de kilómetros, según la especie, en busca de las condiciones necesarias para sobrevivir o reproducirse. – Esto que ahora parece una verdad de Perogrullo, no hace demasiado dio innumerables dolores de cabeza a los primeros naturalistas que se interesaron en resolver esta gran incógnita.  

Así, Aristóteles afirmó con rotundidad, que las aves, una vez llegado el invierno, se escondían en agujeros bajo el suelo hasta la llegada de la primavera. - Esta misma idea se mantuvo durante siglos, y en el XVIII, el anatómico inglés John Hunter, trató de demostrarlo científicamente. Enterrando unas desdichadas golondrinas bajo el lodo, esperó inútilmente que las pequeñas avecillas brotaran del suelo como por arte de magia. Y así, aguardó impacientemente hasta la llegada de la primavera siguiente. Solo tras comprobar que yacían muertas, donde él mismo las había depositado, comenzó a dudar… - El naturalista alemán Johann Leonhard Frisch, fue un poquito más prudente, y pese a seguir manteniendo la misma idea, de que las aves se ocultaban bajo el barro durante varios meses, esta vez para demostrarlo, este científico en cuestión, ató cintas de colores en las patas de algunas aves. Tras comprobar, una vez pasada la temporada de invierno, que los pájaros volvían con las cintas limpias, dedujo que toda aquella teoría, mantenida durante siglos, podría ser falsa...  

Afortunadamente la ciencia, poco a poco, ha ido dando algo de luz a este gran enigma. – En nuestros días, aún sin haber despejado por completo todas las incógnitas, hemos avanzado lo suficiente como para saber que miles aves vuelan hacia el norte con la llegada de los primeros días de primavera, y vuelven nuevamente a desandar el camino, esta vez rumbo al sur, coincidiendo con el final del verano. De muchas especies se sabe incluso cuál es el recorrido preferido por la mayor parte de los individuos, el número de kilómetros aproximado, la distancia recorrida en un solo día, los elementos que sirven a las aves para orientarse incluso durante la noche, o los elementos que fuerzan a todas estas especies para cambiar de territorio. 

Gracias al anillamiento científico de aves o la radiotransmisión de algunos pocos ejemplares, los ornitólogos de todo el mundo trabajan coordinados en un gigantesco proyecto en el que cada voluntario, anillador o simple aficionado va aportando su granito de arena. Ahora sí tenemos la información necesaria de la que adolecíamos hace tan solo unas pocas décadas. 

El 19 de junio del pasado año 2012, en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), un macho de carraca europea, coracias garrulus, se radio marcó por miembros de la Sociedad Española de Ornitología (SEO-BirdLife.), con el objetivo de conocer los movimientos, en tiempo real, en su éxodo migratorio desde la Mancha hasta el centro de África.  

Tras cruzar el estrecho de Gibraltar, atravesó Marruecos y ocho países más. Cruzó Mauritania, Mali, Níger, Chad, Camerún, hasta llegar en el pasado mes de noviembre a Angola, lo que supone un recorrido de 6.700 kilómetros. En la actualidad, esta carraca en concreto, ya habrá desandado todo el camino, y en estos días, debe haber llegado nuevamente a tierras manchegas donde habrá comenzado un nuevo período de cría. Número de kilómetros recorridos en total; 13.000. 

Realmente, no todas las especies de aves realizan necesariamente grandes viajes, o están obligadas a cruzar continentes enteros. A algunas les basta con bajar de las montañas, nevadas en invierno, a lo más profundo del valle, para así sobrevivir a la falta de alimento. Pero de otras,  por el contrario, se podría decir que pasan sus vidas sin dejar de mover sus alas ni un solo instante.  

En América, el pequeño chorlo, Charadrius semipalmatus, de solo 30 gramos de peso, vuela todos los años desde Canadá a Perú, 10.000 kilómetros llenos de peligros. El charrán ártico, Sterna paradisaea,  es capaz de pasar desde el polo norte al sur, recorriendo 38.000 kilómetros. En algunos casos la migración anual llega a alcanzar los 80.000 kilómetros en un solo año. Se trata de la migración más larga de todas las aves.

Aquí, en el estrecho de Gibraltar, es la principal puerta de acceso para la entrada de aves en lo que se refiere al continente europeo. Por ejemplo, entre las planeadoras, como los milanos negros (Milvuls migrans), abejeros europeos (Pernis apivorus), cigüeñas blancas (ciconia ciconia), cigüeñas negras (Ciconia nigra), águilas calzadas (Aquila pennata), águilas culebreras europeas (Circaetus gallicus), alimoches comunes (Neophron percnopterus) y buitres leonados (Gyps fulvus) entre otras…
 
Para que se hagan una idea en la primavera pasada del 2012, y según el proyecto Migres, que estudia desde hace años este fenómeno, se contabilizaron 90.000 de estas aves. Solo entre cigüeñas y rapaces. Realmente si tuviéramos en cuenta todas las especies que por aquí sobrevuelan, estaríamos hablando de millones de aves que coinciden en el tiempo y en el espacio, lo que hace de esta zona un lugar único en el mundo.
 
 
(Artículo en el nº 24 de la revista Kasbah; Tánger - Marruecos, junio 2013)

2 comentarios:

  1. Este año bajo a finales de Agosto a Tarifa. No sé mucho de la zona, sólo que es gran paso migratorio sí. Algún consejo? Me escaparé de la playa algún día si me dejan para hacer otro tipo de tursimo.

    ResponderEliminar
  2. A finales de agosto se pueden ver muchísimas aves que pasan el Estrecho. Infórmate en el colectivo cigüeña negra de Tarifa, ellos te aconsejarán los mejores lugares...

    Besos.

    ResponderEliminar