Encontré al Narciso Blanco, de Campana o Pálido (Narcissus Triandrus) en una zona de umbría de los Montes Toledo, posteriormente entre las dehesas más frescas de Sierra Madrona. Fue a principios de marzo, recuerdo que cuando hice estas fotografías el cielo estaba cubierto y rondábamos los cero grados, había momentos en que no sentía las manos por el frío, aún así era muy agradable pasear y aprovechar las pocas horas de luz y cobijarse durante las largas noches.
Junio sigue siendo como el horno que dora los campos de cereales y los torna amarillos. Julio y agosto son un imposible. Acabamos de empezar, ya lo sé, pero esto no hay quién lo aguante.
Junio sigue siendo como el horno que dora los campos de cereales y los torna amarillos. Julio y agosto son un imposible. Acabamos de empezar, ya lo sé, pero esto no hay quién lo aguante.
Que agradable disfrutar aunque sea mediante fotografías, la humilde belleza de los narcisos.
ResponderEliminarSi es que está esto al revés; ahora que hace calor tenía que ser invierno y viceversa, como decía un amiguete graciosote.
Saludos.
Tu entrada cobra un aire de nostalgia de una temperatura que vendría a ser tan aliviadora estos días...
ResponderEliminarUna sensación de frescor muy agradable...
Benita