El Cormorán grande (Phalacrocorax carbo) y el Pescador.

Como cada año algunos cormoranes remontan el curso de los ríos hasta llegar hasta el interior de la Península, permaneciendo con nosotros el período de otoño e invierno.

Es sorprendente verlos bucear entre las eneas y carrizos. Con frecuencia, permanecen sumergidos largos minutos, pero las capturas no llegan con tanta rapidez como se podría pensar, aunque tras perseverar largo rato suelen aparecer con algún pez en el pico. La capacidad de tragar de estas aves es extraordinaria, ya que engullen las presas enteras y de una sola vez.
Muchos pescadores ven hoy, como ya sucedió hace algunos años, en el Cormorán un competidor. Así debió ser, cuando los cormoranes fueron perseguidos hasta tal extremo que se temió por su extinción.

Muchos de estos pescadores (no todos) seguro que ya han olvidado las toneladas de peces muertos que cada año es necesario retirar de nuestros pantanos en cuanto llega el período estival. Por otro lado, estos pescadores y no otros deben ser los que hacen de nuestros embalses auténticos basureros, dejando los consabidos botes de maíz como firma de autor entre las toneladas de basuras que bordean pantanos como el Vicario, Gasset, pantano del Fresneda o el de la Vega del Jabalón (todos de Ciudad Real) por citar algunos. Contaminando con este incívico comportamiento el agua que a la postre es la que consumimos en nuestros hogares.