Las primeras imágenes que conservo de este lugar, son las de un terreno baldío en medio del secarral manchego. Incluso recuerdo, que alguien me dijo, que sobre el lecho de la laguna principal, se llegó a jugar al golf. Sólo en los años de abundantes lluvias, se podía ver algo de agua sobre estos maares, que las más de las veces, desaparecía con la llegada de los calores estivales.
El C
omplejo Lagunar del Campo de Calatrava, es el único de origen volcánico de la
Península Ibérica. Algunas de las lagunas que podemos encontrar en este enclave son: la de
Caracuel,
laguna de Cañada de Calatrava,
laguna de los Muertos, o la
laguna de Perabad. Esta zona, se beneficia de algunas figuras de protección, que les aseguran una cierta estabilidad: zona
Ramsar, área protegida de
Castilla la Mancha o microrreserva.
Tras la abundancia de los dos últimos períodos de lluvias, el complejo lagunar ha recobrado parte de su antiguo esplendor. Muchos recordamos el sobresalto que produjo a los habitantes de la zona,
la abundancia de anfibios, que literalmente llegaba a cubrir calles y calzadas, coincidiendo siempre, con alguna noche de lluvia, y la llegada del otoño.
Pero no sólo los anfibios han recuperado, si es que alguna vez se fueron del todo, estos dominios, sino también la rica vegetación palustre, que vuelve a cubrir estos ecosistemas. No podían faltar las aves. Ya hablamos de la celebración, en este lugar, de las
Primeras Jornadas Ornitológicas de la Laguna de Caracuel, que tuvieron lugar este pasado mes de mayo, y que marcaron como uno de sus objetivos, el dar a conocer el potencial faunístico que alberga este entorno.
Hace unos días me acerqué a este complejo lagunar, a simple vista comprobé la abundancia de porrones europeos, patos colorados, ánades reales, zampullines chicos y cuellinegros, fumareles cariblancos, fochas comunes y algún ánsar solitario. Surcando el cielo varios grupos de abejarucos, una calzada oteando entre los encinares cercanos y una culebrera posada sobre un poste del tendido eléctrico. La gran sorpresa de la jornada fue el numerosísimo grupo de flamencos, impertérritos pese al ir y venir constante de los trenes de alta velocidad.