(Logotipo del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel)
Los árabes llamaban a esta tierra Manxa o Al-Mansha,” la tierra sin agua”. Pero esta tierra escondía un tesoro líquido y callado que yacía a pocos metros bajo el suelo. Sólo en algunos lugares, el abundante agua de entonces, afloraba de manera natural, formando un paraíso de vida, en medio de tierras llanas, ásperas, polvorientas y secas.
( Tablas de Daimiel - Agua procedente de pozos)
Tras unos pocos siglos, nuevas gentes se fueron asentando en “la tierra sin agua”. Gentes que miraron de lado las zonas lacustres, acusándolas de ser el origen de enfermedades, mosquitos y penurias. Urgía entonces, desecar y encauzar los ríos.
(Tablas de Daimiel, máximo de agua alcanzado en este invierno 2009, tras las abundantes lluvias)
Vinieron años en los que había que demostrar los nuevos avances tecnológicos. El hombre era capaz de dominar el medio y de transformarlo en función de sus necesidades y voluntades. Las Tablas estaban en el punto de mira de cientos de agricultores que malvivían en los terrenos baldíos del secarral manchego. Tractores, cosechadoras y arados transformaron el terreno sin opción de retorno. La falta de planificación desencadenó en la perforación de más de cincuenta mil pozos, que fueron absorbiendo la vida de la tierra.
(Laguna de Navaseca – Flamencos y otras cientos de aves sobre las aguas fecales)
Cuarenta años han sido suficientes, tan solo cuarenta años, para que la Mancha húmeda desapareciera de manera irreversible. Miles de años en la evolución de un ecosistema no son nada si unos pocos hombres consideran que la tierra que pisan les pertenece. Nada importa el futuro, las nuevas generaciones y mucho menos la fauna y flora que ocupa los primeros puestos en las listas rojas de seres vivos en extinción. La flora y fauna se desarrollan cuando les damos una mínima oportunidad. En la laguna de Navaseca se apilan en un pequeño espacio cientos de aves, alimentándose de lo que encuentran entre las aguas fecales de las poblaciones cercanas. Otro de los lugares de interesantes para el avistamiento de aves, como sucede en otros muchos lugares del país, lo constituye el vertedero de Almagro, donde miles de gaviotas, cigüeñas y milanos encuentran el sustento diario. Esta es la pequeña esperanza que hemos dejado hoy a las miles de aves que un día habitaban el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel; la basura de un estercolero y “la mierda” de una laguna de aguas fecales. No es que estemos haciendo mucho por ellas que digamos, ¿no les parece?.
(Lagunas de Ruidera – invierno 2009)
Sólo en los últimos años, cuando quizá ya era demasiado tarde, surge lo que se ha venido en llamar: “conciencia ecológica”, y con ella, se dotó a las Tablas de nombramientos y figuras jurídicas, que reconocían en ella un lugar único en el mundo: Parque Nacional, Reserva de la Biosfera, ZEPA o zona RAMSAR. Cierto que ya era tarde, muy tarde. En el interior del parque, donde antes brotaba el agua de manera natural, ahora hay grandes grietas que crecen y engullen la poca agua de lluvia que les llega. Agua que nuevamente es atrapada para usos agrícolas. En las zonas limítrofes del parque, los campos de maíz, de melones, tomates, viñedos y cereales siguen siendo regados aún con los últimos posos que quedan del acuífero 23. El agua, el oro blanco del siglo XXI, es un recurso económico que pertenece a todos, pero aquí sólo redunda en el beneficio de unos pocos y de un solo interés, la agricultura entendida de manera insostenible.
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Laguna de Villafranca de los Caballeros – Toledo – marzo 2009)
Gentes de todas partes llegan buscando un Parque Nacional en las Tablas de Daimiel. Un nuevo recurso se despierta en los pueblos del entorno: el turismo, a la vez que una vía de publicidad para la zona. Personas venidas de todo el mundo esperan encontrar caminos de agua entre carrizos, masiegas y eneas. Poco queda del paraíso de entonces. Las Tablas son ahora un enfermo que yace en situación de coma, tendido sobre su lecho, ahí postrado espera una última oportunidad. Sólo unas pocas hectáreas encharcadas artificialmente por pozos. Unas cuantas aves criadas en la llamada “laguna de aclimatación”, pequeño criadero de patos, de la que se sueltan aves sin instintos salvajes que permanecen en las Tablas esperando ser alimentadas por sus cuidadores. Un paraje que más bien recuerda un jardín de ciudad, árboles talados, vegetación segada e invasión de especies foráneas. Esto es y no otra cosa lo que encontramos en este malogrado Parque Nacional.
Tras un invierno especialmente lluvioso, los ríos, arroyos y lagunas ofrecían su mejor estampa. Miles de visitantes se sorprendían de la belleza que este año ofrecían las lagunas de Ruidera. Las Lagunas son la antesala de las Tablas. Recordamos que el Guadiana vuelve a surgir en los Ojos para históricamente, anegar las Tablas. De toda aquella agua no llega a las Tablas ni una sola gota. Toda se queda en el camino, embalsada, nuevamente destinada a fines agrícolas. Parece que nadie oyó hablar del llamado “cauce mínimo ecológico” de los ríos. Esperemos que el plan del Alto Guadiana (PEAG) suponga un brote de esperanza y no otra nueva tomadura de pelo de nuestros dirigentes.
(Tablas de Daimiel – Vista panorámica sin agua)
Otras de las medidas adoptadas recientemente para la recuperación del Parque, son los trasvases. El agua del Tajo, donde no sobra, se desvía hacia la cuenca del Guadiana, hasta las Tablas. Quizá esta sea la situación más cómica y rocambolesca del problema, sobre todo por la aparición de una nueva figura: los políticos. Los Políticos deciden que en lugar de tomar medidas firmes que redunden a medio y largo plazo en la recuperación del parque, optan por medidas a corto plazo, mucho más rentables políticamente. En abril 2009, se aprueba un trasvase de 20 hectómetros de agua que anegarían buena parte del Parque si fueran otras las circunstancias. En junio, julio y agosto en la Mancha, con temperaturas constantes que rondan los 35 a 40 grados y con más de cincuenta días sin lluvia, no circula ni uno solo de lo que aquí se llaman ríos. Ríos, cuyos lechos, permanecen secos hasta la siguiente temporada de lluvias. Pero, desgraciadamente a los que mandan les urge el trasvase, las elecciones europeas están a la vista… El agua circula por el cauce resquebrajado del río Cigüela – Gigüela. Al lecho seco y agrietado como un sumidero que todo traga, se unen las altas temperaturas a las que antes aludíamos, pero esto no es todo, los políticos vuelven a tener su protagonismo. En su transcurso hasta las Tablas, el agua es desviada intencionadamente por período de una semana a las lagunas de Villafranca de los Caballeros (Toledo). Las lagunas de Villafranca, como pudimos constatar en el mes de marzo, gozan de muy buena salud, dado que los usos que se les dan, son en su mayor parte, para la pesca y como zona de baño. La mayor parte de su perímetro está desprovisto de vegetación, considerada un estorbo para los veraneantes y cubierto de arena de playa. El diario “el País”, dijo entones: “un pueblo roba las aguas del trasvase de las Tablas”; cuando en realidad eran los políticos locales que aprovechando la situación mandaron abrir las compuertas de la laguna local, de par en par. Lo más sorprendente del asusto fueron las declaraciones del alcalde de la localidad en cuestión que alegó que tenían “derechos históricos sobre el agua”, ¿sobre el agua del trasvase?... Si queremos que nuestro patrimonio ecológico tenga alguna oportunidad no puede ser con la ayuda de políticos como los que tenemos... Según distintas publicaciones la cantidad de agua que llegó finalmente al Parque, ronda el 2´5% del total del agua trasvasada. Hoy, podemos afirmar que ya se ha secado prácticamente toda. Ningún trasvase será nunca la solución a este problema.
(Tablas de Daimiel – cerros nevados – invierno 2009)
Un Parque Nacional es un lugar único en el mundo, por su interés científico, patrimonio de las gentes de hoy y de las de mañana. Se trata por lo tanto, de recuperar las condiciones suficientes con los recursos de la zona, para que vuelva a ser lo que fue; un lugar irrepetible. Si no somos capaces de ello, tenemos la obligación moral y ética de desposeerlo de la categoría de Parque Nacional y de Reserva de la Biosfera. No podemos vivir en la mentira, percibiendo ayudas y reconocimientos y a la vez haciendo la vista gorda a los desaguisados de políticos y a usos agrícolas insostenibles. Podemos llamar a la zona como queramos y darle mil reconocimientos, pero la realidad seguirá siendo la misma. Las Tablas hoy, están muertas. Descatalogar un lugar de la categoría de Parque Nacional es un hecho insólito, dado que nunca se ha producido en la historia, pero al fin y al cabo un hecho coherente. Como consecuencia de lo ocurrido en Daimiel, en algunos medios de comunicación se empieza a acuñar un nuevo concepto: “daimielización”. Este nuevo término alude a la desecación de un territorio por el uso irresponsable e insostenible de la agricultura. Este concepto se aplicaba por el peligro que se cierne sobre otro de nuestros parques nacionales, el Parque Nacional de Doñana, Como consecuencia de las miles de hectáreas que se dedican al cultivo de la fresa y los miles de pozos que van desecando la zona, lenta pero paulatinamente. Hemos perdido uno de nuestros parques, ¿nos quedaremos callados e impasibles e iremos perdiendo uno tras otro? Mantener lo que tenemos y recuperar lo perdido es labor de todos y no de unos pocos.